Sobre mí
Se me hace raro hablar de mí como escritor, y es que el síndrome del impostor y yo somos ya viejos conocidos: He trabajado de diseñador sin haber estudiado diseño; como ilustrador siendo autodidacta al 80%; dibujante de cómic con menos guía incluso; como profesor de materias que apenas había aprendido al empezar a impartir clases, y, actualmente, trabajo entre ingenieros en la universidad sin haber pasado yo por tal institución, y siendo, además, de letras. Pero visto que en breve habrá quien se autoproclame escritor por usar alguna IA del estilo al Chat GPT (como hoy se autodenominan artistas quienes usan el midjourney o similares para generar imágenes), humildemente no creo que deba renunciar a tal título: soy escritor porque escribo y vendo mis libros. Si me apaño mejor o peor, ya es un juicio que no me compete. Escribo porque necesito hacerlo.
Empecé a garabatear relatitos mínimos con apenas 11 años, pero no fue hasta los 15 que comencé a sentarme ante una mesa y pasar horas arrastrando un bolígrafo por un cuaderno de cuadrícula. Llené unos cuantos de estos, concluyendo varias historias y empezando una docena más.

En algún momento dejé aparcada la literatura para dedicarme al dibujo, pero siempre andaba escribiendo guiones para cómics, creando aventuras para jugar al rol (de algunas de las cuales han surgido luego parte de mis novelas) y apuntando en mi libreta roja cada idea que se me ocurría (por algún tipo de superstición, solo puedo escribir en ella con un bolígrafo concreto). La necesidad de contar historias siempre estaba presente en mi vida, aunque variase el medio para hacerlo.

A principios de la década pasada comencé a trabajar en una editorial, maquetando libros. Eso me animó a reescribir una antigua novela que tenía abocetada y prepararla para imprenta del modo más profesional posible. Así surgió mi primer libro, El reflejo de las sombras. A ese le siguieron otros dos volúmenes de la saga, y ya con algo de experiencia en el proceso, me embarqué en el libro que me ha llevado a crear esta página: Los ojos llenos de noche, el más ambicioso y complejo de cuantos he escrito hasta ahora.
Por lo general, soy un poco hombre orquesta en materia de mis libros: los escribo, maqueto, hago las portadas, diseño, utilizo mis propias fotografías e incluso desarrollo esta página web o todo el proceso de promoción. Es un poco lo que toca hoy día a los escritores. Hay otros pasos que son necesariamente externos, como la corrección de textos, algo que usan todos los escritores profesionales, pero a lo que se le da muy poca visibilidad. Pero dentro de las que uno mismo puede realizar, hay labores más duras que otras (soy horrible para la promoción), pero la verdad es que me encuentro cómodo con la mayoría de ellas. También te da un control absoluto sobre cómo sale tu libro al mercado, lo cual es inviable con una editorial tradicional, y el resultado final es un libro mimado en cada detalle de manera casi artesanal y directamente de mano del propio autor.
Esta es la primera vez que saco un libro a través de una editorial, y ha sido una grata sorpresa comprobar que todo ese cuidado ha sido bien recibido y respaldado, incluso. Por ello, debo agradecer a Eduardo Hidalgo, de Quálea, su apoyo en todo momento y su confianza en la obra.
Entre mis aficiones se encuentran los juegos de mesa, los videojuegos, la fotografía y el surf. No destaco en ninguna de ellas pero tampoco es mi intención.
Por último, prefiero los perros a los gatos, pero mi mascota favorita son los hurones.

Posando con el gran Guni Tanuki. Fotografía de Laura Elizalde.

Fotografía cortesía de Juan José Haro.